Lentamente deposité un pie tras otro en el suelo y, tras depositar un leve beso en su nalga, me dirigí a la cocina. Puse el horno a 180º, engrasé un molde y lo forré con papel encerado. Pasé 250 gr. de requesón por el colador, añadí 150 de azúcar moreno y, tras batirlo todo, le agregué tres huevos. A continuación piqué nueces, unos 50 gr, añadí 100 gr de dátiles deshuesados, harina de fuerza, y lo mezclé con la masa cremosa. Para presentarlo lo adorné con nueces y dátiles enteros y lo puse al horno.
Abrí la puerta del dormitorio para que se impregnara con los olores de la cocina. Silbó la cafetera. Candela rebulló en la cama, abrió los ojos y fue reconociendo los cuadros, el mar que entraba a borbotones por Levante y se desplomó cabeza abajo con un maullido de gusto. Enseguida se volvió a dormir.
Juan José Coronado
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