Ésta es la increíble historia de una pareja de treintañeros cosmopolitas que se apuntó a un cursillo de cocina deconstructiva y desapareció para siempre del mapa. Como tantas otras parejas jóvenes de mediana edad con éxito en la vida (y un poco aburridos en la cama) se apuntaron con la esperanza de conocer a pluscuamperfectos como ellos: barceloneses interesados en nimiedades que fueran exclusivas.
En palabras de acicalado instructor, la cocina deconstructiva consistía en llegar a la esencia de cualquier plato, como si de una simplificación matemática se tratase. Él lo explicó con notable facundia y sus sofisticados alumnos aplaudieron extasiados. Su nuevo profeta les confesó que para alcanzar la cúspide de la cocina desconstructiva debían deconstruirse primero a ellos mismos, y ellos se lo tomaron al pie de la letra. Su competitividad natural de licenciados hizo el resto: Se desconstruyeron con tanta eficiencia que nadie los volvió a encontrar.
Geordina Madí
Deja un comentario