Hay un submundo dentro de este mundo –pronunciaba embadurnándola de azúcar- donde esos diminutos seres reconocen e interactúan sin esfuerzo, hoy decido cruzar la barrera y entender el verdadero significado de pertenecer. Podía matarte por tu extrema belleza, -continuó- ofensiva como la luz que ciega. Podría hacerlo por los chirriantes gritos nocturnos que me llegan a través de las paredes, o incluso por la curiosidad que siento por ver la cara de los policías ante mi obra de arte consumada. Pero es más simple: me fascinan las hormigas. Imagino ser hormiga y entro en éxtasis en pensar en ti como ofrenda.
Le disparó en la sien. Acto seguido auguró la primera aproximarse al dulce cadáver. Lleno de instinto inesperado la pisó con fuerza. Entonces la lucidez invadió su mente con una idea: soy demasiado humano para ser hormiga. Y devoró a Dulcinea.
Sara Alfonso
Cual fanático engullido por sus propias fantasías, obsesiones, delirios…su particular realidad,he quedado absorbida por mi propia impresión ante la perversión desequilibrada pero ‘humildemente’ reconocida y razonada (desde una mente psicótica)del protagonista-actor. Mis felicitaciones.
Goza de una originalidad abrumadora! El final me ha dejado completamente boquiabierta! Felicito al Hotel Mandarín por esta iniciativa que hace disfrutar tanto a nuestros sistemas visuales. Seguid asi por muchos años más!