Ella bregaba en la cocina cuando apareció él con un entusiasmo que no le recordaba.
-¡Toma!
Ella leyó en alto: “Vale por un fin de semana para dos en el Hotel Mendel de Fuenterrabia”.
-Tú y yo…sin críos. Dicen que la costa guipuzcoana es una maravilla. Y que allí se cultiva el producto estrella de la huerta, “caviar vegetal” le llaman. Quiero que lo probemos…y nos reconozcamos –añadió, serio y esperanzado.
Durmieron y descansaron casi todo el tiempo. Dieron algún paseo de la mano y se acostaron los dos días, con más pena que gloria el segundo.
Llegó la cena, el acto culminante de una escapada con ínfulas de reinvención.
-Perdone, este no es el primer plato que habíamos pactado.
-Lo siento, la temporada es muy corta. Han llegado tarde.
El hundió el rostro entre las manos; a ella le caían de los ojos, preciosas, tristes, verdes.
Kerman Arzalluz
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