– Se lo contaré otra vez… Soplaba una brisa párvula que llegaba tarde al recreo de los colegios y el sol se creía que ya era junio. Todos estábamos nupcialmente elegantes entre las plantas del Jardín Mimosa. Éramos tan amigos y nos queríamos tantísimo mientras nos mirábamos con nuestras sonrisas tensas como un arco a punto de disparar… Entonces se levantó la novia, una diana blanca a la que apuntaban todas las copas en alto y tan hermosa que hubiera declarado una guerra por cada una de sus pecas. Se acabó, dijo pavorosamente tranquila, amo a otro. Yo fui el único que se bebió su copa. De un trago, justo antes de que llegara como un ángel hasta mí, me cogiera de la mano y huyéramos.
-¿Y cómo encaja ahí el robo de la vespa?
-Pues para huir, agente, para huir, si se lo estoy diciendo.
Manu Ramos
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