El número cinco, vestigio de fortuna, magia y aventura, siempre me dio suerte. Ganar el “Concurso de Relatos Brevísimos Mandarin”, en su quinto aniversario, así lo confirma. Supongo, debido también, a la dedicación puesta cada año en escribir ciento cincuenta palabras exquisitas, sobre el hotel barcelonés de lujo, convertido en el Macondo de mis letras.
En cada edición renuevo el talento, intento imaginar qué historias inventarían acerca de éste, Gabo, Paul Bowles, Ana María Matute y Paul Auster. Consagrados autores de espacios imaginados, surrealistas, como Macondo o Scriptorium. Y lugares ciertos, como Mansilla de la Sierra, o el Tánger de Bowles.
Sobre la mesita de noche de la habitación Deluxe Boulevard, descansa un ejemplar de cada uno de mis “amigos macondianos”. Celebro con ellos el premio. Mimosa, a ratos, también nos hace compañía. La gata ronronea, pasea sensual y sigilosa por los rincones de su imaginación felina.
Ana López
Mamma mia, pues si que hay nivel, sí….