Era muy niño cuando te perdí. Escapaste por la ventana del salón una tarde lluviosa. Decidiste conocer mundo. Yo aún tardaría en poder emularte. Pero los amores de la infancia calan hondo y no te olvidé. Anhelé tu mundo a través del cristal más de lo que te admitiría después. Soñé despierto que regresabas una y mil veces. Entonces conocí otros amores y hasta admitiré que alguna noche pude haberte sido infiel. Pero amaneció y yo regresé, irremisiblemente. Barcelona tiene esas cosas. Volví a contemplar el mundo al que yo pertenecía por la ventana. Y por primera vez, me decidí a buscarte. Una amable señorita me acompañó al patio. Siempre supe que te encontraría en el jardín del Edén. Me senté y degusté algún brebaje mentolado. Contemplé tu templo embriagado. Llamé a mi madre que, seguro, atisbaba por la ventana. “Tenías razón, mamá. La pelota estuvo en buenas manos”.
Marcos Fusté
Deja un comentario